1.-Cocinando al mejor alumno ELE
Imaginemos, por un momento, que estamos en nuestra cocina haciendo un pucherito, potaje de garbanzos, carrillada o lo que os apetezca. Bueno, con este calor, también me vale un gazpachito, salmorejo o ensaladita. Imaginemos por un momento que seguimos la receta paso a paso, habiendo pesado los ingredientes y preparado todo tal y como explica la página de recetas (la abuela me pilla un poco lejos). Imaginemos que lo hacemos todo y lo servimos. ¿No os parece que falta algo en mi descripción?¡NO LO HEMOS PROBADO!¿Alguna vez habéis cocinado algo sin probarlo mientras lo hacéis? ¿Cómo sabemos si está bueno? Parece una locura, ¿verdad? Pues ahora trasladémonos a la cocina del saber.¿Cómo podemos evaluar a un alumno sin haber probado antes a qué saben sus conocimientos?
2.-Un menú para todos
Por otro lado, necesito más información.¿Para quién estoy cocinando? ¿a todos les gusta mi arroz por igual? Jamás se me ocurriría hacerle una carrillada a mi amiga Jara, porque es vegetariana. Pasando al nivel de la clase, ¿me he encargado de saber qué quieren realmente aprender mis alumnos o para qué les va a servir el español que están aprendiendo? Si no lo he hecho, mi “cena” será un fracaso total. Algunos aprenderán y se comerán la lección en un periquete. Otros dejarán el plato casi intacto y se dedicarán a buscar un ligue entre los comensales de la clase.
3.- Camarero, esto no es lo que yo había pedido
Estoy en Évora, Portugal. En un restaurante muy premiado del centro de la ciudad. El camarero me ha explicado que la Açorda de marisco es un plato que lleva pan, marisco, cilantro y un huevo revuelto con el marisco. Al menos, eso es lo que yo entiendo. De modo que me imagino una brusqueta con un revuelto de langostinos y, con el hambre que gasto, lo pido inmediatamente. Pasados unos minutos, aparece el camarero con una cazuela con pan troceado, marisco a la plancha y, ante la expectación de todo el restaurante, pues es la especialidad de la casa y bastante ceremonioso por lo que parece, el señor coge un huevo crudo, lo abre golpeádolo contra la cazuela, lo echa en la misma y empieza con grandes aspavientos a removerlo todo dentro. Yo espero, desde luego, que saque en cualquier momento una plancha y me lo pase por el fuego, o lo que sea. Pero no. Después de girarlo varias veces, le da la vuelta, lo empuja hacia mí y, ofreciéndolo, me desea buen provecho. Yo me quiero morir.
Ahora estamos en clase, tenemos un grupo de alumnos, les vamos mostrando cosas, pidiendo opiniones, dando explicaciones en la pizarra, haciendo tareas, role plays y, de repente, llega el día del examen. Me separan de mis compañeros de clase, me desconectan de todas mis herramientas de trabajo y no tengo acceso a internet. Me ponen un folio boca abajo para que no lo pueda leer y me empiezan a dar instrucciones sobre las reglas del examen. NO hablar con los compañeros. NO levantarse de la silla sin antes pedir permiso. NO usar corrector líquido. NO darle la vuelta al examen hasta que todos estén repartidos. NO, NO, NO...todo es NO.¿Qué es un examen? ¿Por qué no he oído hablar antes de él? ¿Qué formato tiene? Resulta que no se parece a ninguna fotocopia que me ha dado el profesor. No necesito el ordenador para hacerlo. Mi compañero, que siempre me ayuda cuando alguna palabra se me traba está sentado lejos de mí. NO se parece absolutamente en nada a todo lo que llevamos haciendo en los últimos tres meses. Estoy sola por primera vez y tengo ansiedad. Como para no tenerla. Si el examen no forma parte de mi proceso de aprendizaje, ¿cómo va a servir para saber si lo que sé, lo que soy capaz de hacer y la actitud que tengo ante ello es todo adecuado?
4.-Tráigame la cuenta
Metáforas aparte, no se puede evaluar si ese proceso no está integrado en la propia enseñanza. No podemos evaluar sin saber a quién estamos enseñando y qué es lo que espera aprender de nosotros y, lo que en mi opinión es la peor parte: corremos el riesgo de machacar psicológica y anímicamente a un alumno si no sabemos cómo ofrecerle ese proceso de la manera menos traumática posible, pues puede destruir en lugar de construir un bellísimo proceso que estaba siendo motivador y funcional, creado por esa microsociedad tan nuestra que es el aula.
Pero, como me estoy pareciendo a las instrucciones del examen: NO, NO Y NO, quisiera terminar con frases positivas, e invitar a los lectores a añadir más si quieren. Para hacer mi examen:
- SÍ puedes ayudarte de lo que necesites. Recuerda que tu instinto y lo que has aprendido sois tus mejores herramientas.
- SÍ puedes preguntarme cuando no entiendas algo. Cosa que dudo, porque son cosas que ya hemos trabajado en clase.
- SÍ puedes usar corrector. Me gustan las cosas bonitas, como a todo el mundo y, si te digo la verdad, yo soy la primera en equivocarme.
- SÍ puedes levantarte, si eso te ayuda a pensar. Basta que no te pongas a caminar entre los compañeros, pues a alguno podrías molestarle.
- Pero sobre todo, antes de terminar. SÍ quiero que disfrutes, pues por fin vas a saber lo que llevas aprendido, ¿no es emocionante? Buena suerte.
- Ah, se me olvidaba. Tú SÍ puedes.
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